ENSAYO DE UNA UTOPÍA


Un hermosísimo reconocimiento a nuestro envidiado teatro y fundamentalmente al independiente, es la temática de “Ensayo de una Utopía”.   
                                                                                                                                                    Es una experiencia teatral bastamente conocida como el ensayo de una obra dentro de otra; pero aquí tal temática adquiere otra dimensión, pues es un reconocimiento a lo difícil que fue implementar un teatro con temática social en sectores obreros y de clase media, pero con deseos de formación en el desarrollo cultural y de darle realce a una vida no solo de trabajo sino también  en ese otro espacio de la vida, como lo es el artístico. 

En los años 30, Leónidas Barletta revoluciona el medio con la creación del Teatro del Pueblo, primer teatro independiente, que comenzó una formación actoral más completa, tratando de alejarse del declamatorio, muy en boga por entonces                                                                                                                                       Introdujo las nuevas concepciones actorales del ruso Stanislavsky y con puestas de obras de envergadura mundial con autores ya muy reconocidos, pero valorando algunos sainetes, las primeras experiencias de teatro social y la enorme temática de nuestros Florencio Sanchez, La Ferrere, Discépolo o del clásico “Así es la vida” que analizaba la sociedad de aquellos tiempos.
 
La obra transita los años 50 cuando  comenzaban a hacer su aparición los ya históricos teatros independientes gestores del movimiento, como La Máscara, los Independientes, Fray Mocho, el IFT, Nuevo Teatro luego el Payró etc, pero con actores ya formados en las técnicas actorales de vanguardia.
 
ENSAYO DE UNA UTOPÍA trata de la preparación para poner en escena la obra “La gaviota” de Anton Chejov  por un grupo de aficionados cooperativistas quienes, a pesar de sus vivencias personales, sociales y laborales, logran reunirse con el esfuerzo, la pasión y el deseo puesto para la concreción de tal objetivo; dejar el arte como pasatiempo, para convertirlo en algo con cierto contenido tanto social, como político y con llegada a las masas.
 
Desde principios del siglo 20 Constantin Stanislavsky renovó la actuación teatral con su método de realismo actoral y que aquí era prácticamente desconocido en el llamado profesional o comercial, pero si en el nuevo movimiento en gestación.                                    Para elaborar el ambicioso proyecto, uno de los integrantes del elenco, logra contactarse con una discípula del maestro, casualmente en el país y la contratan para orientar y dirigir dicha inquietud e impartirles a estos vocacionales tales teorías. 
 
Lo maravilloso de la puesta de Guillermo Ferraro y la dramaturgia de Gabriel Virtuoso son las contradicciones entre la docente y los principiantes actores, ajenos por completo a las técnicas actorales. Nacidos ellos quizás en los cuadros filodramáticos muy en boga por esos tiempos, que eran mas esfuerzos que calidad y sólo con deseo de generar cultura para el pueblo, y la docente, educada en un ambiente de alto profesionalismo como el teatro ruso, sin comprender y cuasi deshauciando a estos inquietos aprendices del arte teatral.

La dirección de Guillermo Ferraro es soberbia, pues logra generar los climas, a veces ásperos, entre las aspiraciones de la directora y las posibilidades artísticas del elenco en el desarrollo de los distintos papeles.
 
La dramaturgia es muy rica y marca muy bien el querer y el poder, y es muy loable esa dicotomía no siempre comprendida para poder disfrutar de uno de los mejores y mas completos teatros del mundo
Hoy nos admiramos con los logros adquiridos por el arte teatral. Cuando nos sorprendemos con las puestas teatrales, como la que estamos comentando, por el altísimo nivel actoral y creativo a pesar de las dificultades que los mismos teatros atraviesan por una negativa política nacional.                                                                                                                       Cuando permanentemente en el mundo se valora a nuestros artistas, no nos damos cuenta que ello se logró con muchísimos años de trabajo vocacional y estudio y hay que resaltarlo, fundamentalmente, en momentos muy difíciles como el actual, donde la valentía y el amor a la profesión combatieron y derrotaron a eso nefastos fines.
 
Nuestro teatro como el mismisimo tango fueron de permanente evolución, donde nuevas técnicas y una excelente docencia que las supo asimilar e implementar, ofrecen este maravilloso presente.
 
 Si de dramaturgia y dirección ya comentamos , párrafo aparte es la labor actoral todos en un nivel máximo y con interpretaciones de una jerarquía conmovedora en el doble papel del actor declamativo al que debía asimilar las nuevas técnicas.
 
Un hito histórico para el teatro en general que bien se merecía este reconocimiento y un espectáculo imperdible y altamente recomendable.
 
Como dijo SCHILLER “El arte es díficil y fugaz su recompensa” esperemos que ello se revierta.

JAIME TARASOW A M 1580 TRADICION

TEATRO EL GRITO. JUNIO 2018
 

Ficha técnica: Ensayo de una utopía Dramaturgia de Gabriel Virtuoso. Elenco: Nicolás Fabbro, Natalia Vozzi, Juan Trzenko, Pettu Salama, Ariel Mangiavillano, Mònica Spada, Fernando Atìas, Ariel Guazzone, Gabriela Villalonga. Escenografía y vestuario: Virginia de los Santos. Coreografía: Eluney Zalazar. Diseño de luces: Diego Todorovich. Arreglo de sonidos: Juan Pablo Maicas. Diseño gráfico: Leila Tanuz. Dirección: Guillermo Ferraro. Asistencia: Antonella Loccisano. Producción: Pettu Salama. Prensa: Simkin y Franco. Teatro: El Grito. 



 


 


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