LATE EL CORAZON DE UN PERRO

Los recuerdos son un relato que puede ser apasionado o no, e indiferente de la realidad desaparecida. Lo que si, son un renacimiento del pasado cuando el tiempo vuelve a suceder. Pero esos relatos, como los recuerdos se pueden perder ¿o hay circunstancias en las que nos lo quieren sacar?. Se puede vivir permanentemente en el pasado sin la importancia del presente, como simbólicamente petrificada, pero con vida.
Luego de haber espectado la emocionante obra teatral LATE EL CORAZON DE UN PERRO, muchas cosas me avivaron mi propia experiencia humana y mi reflexión sobre la misma.
¿ Es posible desprenderse de cosas útiles o no, que en el transcurso de nuestra vida fuimos acumulando, o es, sacarnos algo de nuestra propia existencia?
El reencuentro de una madre con su hija azafata, luego de un largo tiempo, aviva los conflictos que ya existían. El esfuerzo por sacarla de esa montaña de recuerdos , de la acumulación de objetos, sin que su vida colapse era la intención, de la hija.
La aparición de un bombero, antiguo novio y compañero de escuela de la misma, trata de hacerla comprender del peligro de perder la vivienda por su estado insalubre.
Puede una hija identificarse con una madre con la cual tuvo tantas dificultades, que la obligó a irse de su casa y actualmente encerrada en una aparente no vida?
La difícil existencia en un pueblo chico del interior de la provincia de Santa Fe, en una impenetrable soledad, sólo aferrada a esos ya viejos trastos, que son su compañía, donde ella que tuvo ilusiones no concretadas, se debate en el delirio de un pasado y presente con su enfermedad del síndrome de Diógenes.
La obra indaga como una radiografía la intimidad de ese ser solitario, que vejeta en esa casona aferrada a recuerdos familiares, de la cual la quieren desalojar.
Fue esa mujer también una víctima de una sociedad conflictiva, que no la entendió y no la integró, no tuvo contención y tal circunstancia le produjo dicho síndrome.
Los vínculos afectivos, las reacciones humanas en difíciles circunstancias están expuestas en la dramaturgia de Franco Gabriel Verdoia, sumamente intensa, dramática, humana y que se adentra en la ideología que el diálogo tolerante puede lograr lo que no puede la violencia.
Todo está expuesto hasta desnudar el interior de los personajes, pero ahi quedan. Solo los espectadores desentrañan el dramatismo que ésta historia expone, en donde nosotros mismos nos vemos expuestos.
Muy profunda, dolorosa pero inmensamente humana, además de una lamentable muestra de una sociedad no contemplativa, donde los fines comerciales se anteponen a todo.

La temática y su desarrollo artístico es de un nivel superlativo, pleno ademas de inmensamente poético,Silvina Sabater,como Mabel, la madre inolvidable. Se lucen en sus composiciones también Mónica Antonopulos, como en Ana, la hija y Diego Gentile, en el papel de Hernán.
Una mínima pero muy creativa escenografía y correctos los demás detalles técnicos, mas una estupenda dirección del mismo Franco Gabriel Verdoia le dan los toques finales a esta inmensa propuesta artística.

JAIME TARASOW-AMTRADICION 1580.-

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