LA PIEL DE ELISA

Pese a ciertos avances en relación con el reconocimiento de la sexualidad como una de las maravillas más hermosas de la humanidad, ciertos sectores con concepciones religiosas fundamentalistas, pretenden seguir imponiendo trabas para que la misma se manifieste en su real romanticismo y para poder disfrutarla con total intensidad y libertad.
Estas distintas concepciones sobre la sexualidad se expresan de una u otra manera en la generación de algunas obras de arte. Es así que no es extraño que el vínculo entre la literatura y el erotismo, aún en su faz artística siga siendo conflictiva, pese a la larga data de esa relación. El teatro puede y debe servir como medio de contar la inmensidad del mundo interno que tenemos, la rebeldía necesaria para enfrentar el negacionismo de esos sectores conservadores.
La piel de Elisa, es una construcción teatral no frecuente pues la misma, basada en textos de la escritora Carole Frechette, se cristaliza artísticamente de manera muy original y creativa: los espectadores están ubicados en mesas individuales como en un bar o café, dos actores transitan entre ellos, relatando sus historias y dialogando y coparticipándolos con la puesta.
Lo que se cuenta en esta ronda actoral es ni más ni menos que las fantasías, los sueños, deseos frustrados y las relaciones amorosas, felizmente concretadas unas y frustradas otras, que todos tenemos o llevamos, y que por distintos motivos nos negamos a reconocer, como si el deseo sexual fuera una aberración de la humanidad y ese acto solo sea justificado para la procreación.
En las distintas circunstancias vividas por quienes nos trasmiten las historias se traslucen los miedos, las asignaturas pendientes, como la pasión, lo romántico, las situaciones deseadas pero postergadas por ciertos temores.
Todo está logrado con una gracia erótica en el decir y moverse de quienes nos demuestran que una de nuestras frustraciones es el miedo al encuentro sexual y al placer.
Un importante logro artístico, con una brillante dirección de Silvina Katz y la estupendas actuaciones de Dana Basso y Lisandro Penelas, que nos develan grandes y pequeños momentos transitados a pleno y otros que no llegaron a concretarse.
La música en vivo por el celista Fabio Loverso genera el clima para las sensaciones que se viven y perdurarán entre quienes muchas veces por miedo no se atreven a disfrutar el amor sexual
La piel de Elisa se eriza y cambia con el tiempo pero lo que queda es el gusto a vivir la vida aún en esta sociedad hipócrita y descalificadora que sigue inmersa en ese círculo en que se encuentra y mira con recelo a quienes quieren reencausar el modelo establecido, abriendo el camino al amor placentero pero fundamentalmente a la pasión romántica

JAIME TARASOW_AM TRADICION

TEATRO EL CAMARIN DE LAS MUSAS.


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