DESPERFECTOS

DESPERFECTOS, es una muy lograda obra teatral escrita y dirigida por Julián Marcove, que a pesar de su insinuante sencillez se adentra en las reacciones y trastornos de algunos seres humanos, y nos describe los comportamientos que se pueden tener ante situaciones límites

Esta propuesta teatral nos presenta a dos vecinos de un edificio de 32 pisos que no se conocían. E inesperadamente se encuentran atrapados por un desperfecto en el ascensor que estaban utilizando, para llegar a sus respectivos departamentos.

Tal contingencia los obliga a compartir en ese pequeño espacio una relación de la cual no estaban acostumbrados. El terror al encierro, el sofocante calor, los fracasos a una existencia cuasi vacía, aunque diferente en los dos, es de asombro al comienzo por el trastorno al que están sometidos, algo conflictiva al paso del tiempo y esperanzados en el fin de éste semi suplicio.

Ese encierro que padecen los obliga a ir conociéndose y que, a pesar de las grandes diferencias, comienzan a entablar una cierta amistad, relación ésta que ambos desconocían o que nunca entablaron, consecuencia de sus vidas solitarias.

Mediante o a través de un humor algo disparatado o absurdo, por momentos en esos diálogos, salen a relucir las complejidades de la vida cotidiana, que no es mas que una fuente interminable de hechos y situaciones a las que hay que enfrentar.

Es así que se ironiza el mantenimiento del edificio y la falencia por la administración del mismo. Una burla mirada al mercado de consumo y los días creados por la sociedad capitalista, sólo para motivar compras.

Estos dos seres que en apariencia no están integrados al mundillo social, no son ajenos a los padeceres que en esta injusta sociedad dominada por los monopolios económicos, cada vez, es más exclusiva.

En la desesperación por la dramática situación en la que se encuentran no falta la alusión “al Dios todo poderoso” pidiéndole ayuda a cambio de convertirse en religiosos, pensando en la existencia de un ser superior, y no en el factor humano para solucionar la situación.

Las alusiones al amor en sabrosos diálogos que uno aspira y recuerda con cierto cariño de su época de infancia y que el otro, producto de sus fracasos, desdeña.

Los miedos, los deseos, esas frustraciones permanentemente sufridas y la vida sin un rumbo fijo, ese vacío que sobrellevan, son comentados y discutidos, pero al ir conociéndose, se dan cuenta que pese a los tensos momentos debido a las dispares miradas sobre ellos y el mundo que los rodea, terminan encontrándose. Ahí se dan cuenta el valor de la compañía a pesar de las naturales divergencias, frente a la triste y oscura soledad.

Se dice que el teatro es vida, es pasión, es intensidad, es acción dramática y en ésta propuesta teatral, está todo esto logrado, pero con un mérito a destacar, con amplio poder de síntesis y de impactante llegada a un público joven, lo que se nota a medida que transcurre el espectáculo.

Una magnífica dirección del joven Julián Marcove, que le genera un ritmo vivaz en un espacio ultra limitado. Esa carencia de desplazamiento obligó a Fernando De Rosa y Federico Ottone a un esfuerzo actoral de alto grado.

La resolución técnica del ascensor con sus puertas giratorias y sus supuestos espejos, es digno de destacar.

Un enorme acierto artístico de un joven elaborador de dramaturgias y sumamente prometedor director teatral.


JAIME TARASOW.- AM 1580 TRADICIÓN.-

 

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