SCALABRINI ORTIZ

El teatro es una tarea artesanal, una experiencia en vivo de comunión entre el actor y el espectador o el público en general, en un solo momento y en un solo lugar. Lo que allí se genera es irremplazable.

También es vida, es pasión, es intensidad, es acción dramática. El mismo no es rutina, siempre nos asombra. Algunas de estas consideraciones están en la magnífica pieza teatral SCALABRINI ORTIZ, de la autoría de Florencia Aroldi, en donde la enorme imaginación de la autora aúna hechos reales de su vida, con otros ficcionales.

Me gusta que el teatro sea un acto reivindicativo”, ha dicho Alejandra Darin, en un reportaje, refiriéndose a la figura que da nombre a la obra, que se adentra en los misterios, las dudas y certezas de una enorme figura de nuestra reciente historia, en los aspectos sociales, políticos, y profundamente humanos.

La obra comienza cuando su esposa esta siendo desalojada de la vivienda que habían compartido, y mientras ella recuerda el último día juntos, se entabla un supuesto encuentro, donde comienzan a aflorar los recuerdos y las historias. Esas vivencias dulces con la madre de sus cinco hijos y otras amargas, por la incomprensión de compañeros de ruta, todo con el poder de síntesis de la poesía.

La temática tiene una increíble actualidad y pareciera que los hechos que en ella se describen, hubiesen ocurrido en la actualidad. Como si el tiempo pasado fuese el tiempo presente.

Decía Scalabrini Ortiz “que una de las mayores tristezas que adolecemos es no saber o no querer saber quienes somos. Hoy seguimos reconociendo a otros y no nos vemos a nosotros mismos”.

El ser humano es alguien que a veces es difícil de entender. La pieza teatral recorre la geografía de los misterios del hombre, por debajo de las certezas. Es un recorrido por nuestra historia, pero también y sobre todo, una invitación a “sabernos uno cualquiera, pero que sabe que es uno cualquiera”, como dice un párrafo del programa.

Seguimos despreciando lo nuestro, todo lo de afuera es mejor, como lo decía el comercial de la silla de la nefasta época de la dictadura de los años setenta.

En el transcurrir de ésta magnífica propuesta artística, vamos notando lo poco que se sabe de enormes personalidades como Macedonio Fernández, Arturo Jaureche, amigos de Scalabrini, comprometidos intelectuales por una sociedad integral.

Los intelectuales son personas con una minúscula linterna en la pequeña mochila de su limitado saber, avanzan a tientas en el oscuro camino del universo, haciendo humildes aportes siempre sujetos a revisión.

La identificación de Scalabrini, con el movimiento justicialista fue siempre crítica. Nunca quiso ocupar cargos directivos, fue un profundo defensor de las nacionalizaciones. Ya desde los años treinta incansable luchador contra el imperialismo inglés y en los años del peronismo contra el también yanqui.

Aborrecía al fascismo, pues representa todo lo antagónico y desdeñable de la vida en sociedad, autoritarismo, misoginia, machismo, intolerancia, amenazas e incapacidad de debatir ideas serenamente. Fustigó a la prensa por escribir mentiras, que reiteradas en el tiempo parecen verdades.

Esa misma prensa que tanto oral como escrita hoy, está generando tanto daño. Denis Diderot, filósofo francés escribió en 1763 “La condición de un pueblo embrutecido es peor, que la condición de un pueblo de brutos.” Fue un defensor de las clases desposeídas. Esos seres explotados y deshumanizados por los capitales extranjeros y la oligarquía antinacional. Hoy nos seguimos preguntando porqué los pobres, los realmente explotados, siguen sin saber porque son pobres, en un país supuestamente tan rico.

Vivimos actualmente un mundo tenebroso además de tremendamente violento y tropezando con el mismo obstáculo y nos dejamos llevar por la violencia hasta la irracionalidad, y no razonamos sobre el daño que nos produce ese nefasto poder económico. Esa maquinaria de avaricia y de concentración de ese poder económico al que tanto enfrentó éste enorme ser humano que ésta obra reivindica.

Baruch Spinoza un incomprendido pensador en su tiempo decía que “la lucha del ser humano era entre la razón y la fe” mucho de ello fue la existencia de Scalabrini Ortiz.

El amor es uno de esos enigmas que resultan fascinantes misteriosos y así fué su relación con su amada esposa Mercedes Comalera, madre de sus cinco hijos,  fiel compañera y correctora de sus trabajos. Hay a través de algunos diálogos momentos de una ternura altamente conmovedores

La riqueza de la dramaturgia requería a dos actores que pusieran todo el impulso creador a los personajes que los mismos requerían. Alejandra Darín y Pablo Razuk aportaron ese talento requerido y sus actuaciones ya son memorables. Pero algo de ello seguramente se debe a la dirección del joven director Sebastián Berenguer que le dió dinamismo y creación de escenas hondamente patéticas.

Complementando la idea de Alejandra, “el teatro como tal no cambiará el mundo, pero si puede ayudar a quienes, si luchan por cambiarlo”.


JAIME TARASOW.- AM 1580 TRADICIÓN.-


Ficha técnico artística

Autoría:
Florencia Aroldi
Actúan:
Alejandra Darín, Pablo Razuk
Vestuario:
Alejandro Mateo
Escenografía:
Alejandro Mateo
Maquillaje:
Sofía Banegas
Diseño De Iluminación:
Horacio Chino Novelle
Fotografía:
Patricio Vegezzi
Comunicación:
Marcos Mutuverría
Diseño gráfico:
Patricio Vegezzi
Asistencia De Producción:
Lydia Stevens
Asistencia de dirección:
Carolina Peralta
Producción ejecutiva:
Korinthio Teatro, Seba Berenguer, ALBONDIGASPRODUCCIONES
Dirección general:
Seba Berenguer
Composición Musical:
Sergio Vainikoff

Teatro

Picadero

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